10 Razones Para Invertir En Internet


¿Existe alguna actividad económica que crezca vigorosamente y que lo haga con retornos claramente superiores a los de los mercados de bonos y deuda pública? En el ámbito tecnológico, la respuesta es afirmativa y se llama Internet.

Existen al menos diez buenas razones.

1. La penetración de Internet en hogares y oficinas sigue incrementándose en todo el mundo. En comparación con la penetración del uso del móvil en Europa, por ejemplo, el uso de Internet está aún lejos de su potencial.

2. Muchos profesionales de Internet tienen experiencia en al menos una crisis de envergadura. Compañías como eBay y Amazon fundamentaron su éxito en muchas de las lecciones aprendidas en aquellos momentos difíciles. Los inversores por su parte son más avezados en la gestión del riesgo que diez años antes. De hecho, los problemas del sector tecnológico anticiparon los que estamos viviendo hoy en día: dificultad de acceso al crédito, retracción de la demanda, poca viabilidad de planes de negocio, falta de transparencia, etc.

3. La innovación de nuevos productos y servicios digitales sigue creciendo saludablemente, sea en juegos, en búsquedas, integración con móviles y en muchas otras áreas. Multitud de nuevas empresas se crean para competir en nichos que sólo unos meses antes no existían. No sorprende pues que las empresas de Internet sean aún pequeñas en relación al impacto que sus actividades tienen en la economía. El campeón de Internet, Google, tan sólo ocupaba la trigésimo tercera posición en la lista de empresas más grandes por valor de mercado en el año 2008.

4. Internet es una economía de números. Todos los datos de nuestra actividad en Internet se pueden medir con gran precisión, casi en tiempo real y es barato almacenarlos indefinidamente. De hecho, el reto consiste en entenderlos, analizarlos y utilizarlos para mejorar el rendimiento operativo.

5. Por su mayor transparencia y eficacia por unidad de inversión, los grandes anunciantes están transfiriendo presupuestos de gasto en publicidad tradicional a publicidad en Internet. Resulta paradójico que todas las grandes marcas de esta década, por ejemplo, Wikipedia, Facebook y ahora Twitter, son digitales y, por tanto, no han necesitado márketing tradicional para instalarse en nuestra psique colectiva.



6. Los proveedores de productos en Internet suelen basar su estrategia en enormes inventarios compuestos de múltiples referencias, físicas o virtuales. Para ellos, los stock son más un activo estratégico que un coste contable. Su modelo de negocio está preparado para gestionar una demanda fragmentada, impredecible y dispersa geográficamente.

7. Internet es un fenómeno global y, a diferencia de la gran parte del comercio mundial, es invulnerable al proteccionismo económico. De hecho, muchos negocios de la Red sólo son sostenibles mediante una rápida expansión internacional que combine economías de escala con multiplicación de audiencias. Ni siquiera el idioma o las diferencias culturales son un obstáculo, sino una fuente de experiencia y conocimiento.

8. En contraste con la abrumadora carga fiscal del rescate de entidades bancarias, de seguros y automovilísticas, el dinero de los contribuyentes no tendrá que salvar empresas de Internet. La Red tampoco disfruta de exenciones fiscales como el transporte aéreo, y los proyectos respaldados por dinero público suelen fracasar en este ámbito.

9. La economía digital es en gran medida insensible a la reciente volatilidad de los precios de energía y productos básicos y seguirá siendo así. De hecho, la ley de Moore de duplicación de la capacidad de procesamiento de los circuitos se puede trasponer en buena medida a la economía de la Red. El progreso tecnológico aún sigue sorprendiendo a propios y extraños por sus crecientes economías de escala frente al mundo tradicional.

10. La red es aún una herramienta de información y debate políticamente neutra en muchos países del mundo, al menos en los no totalitarios. De hecho, la agenda internacional incluye cerrar la brecha digital con los países más pobres. Problemas como las garantías de privacidad y la preservación de los derechos de autor y de la infancia no están impidiendo hacer negocios online. De hecho aquellas empresas cuidadosas con principios éticos y morales prosperan a largo plazo en la economía digital de la misma manera que en la tradicional.

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